La Noche En Que Me Hablaste Al Oído…

No recuerdo cuándo fue la última vez que pude dormir más de cinco horas; ahora, cada noche es eterna, cada noche es un volado, es un tormento el no saber cómo será la noche de hoy. Hay ocasiones, en las cuales, la ansiedad puede más que yo, noches en las cuáles me hace su prisionero, se ríe de mi al verme sufrir por la angustia que me carcome y corrompe.

Noches enteras en las cuáles, solamente le ruego a Dios poder dormir, aunque sean dos horas. No siempre mejora la mañana siguiente. Al abrir los ojos, y contemplar que tengo un nuevo día enfrente de mí, un montón de horas por conquistar, y sueños que colonizar, queda ante mis ojos el más bello regalo que Dios le puede dar a cada uno de sus hijos, un nuevo amanecer. 

En ciertos momentos, no todo es tan jovial ni colorido; no percibo color alguno de hecho. Solamente se manifiesta ante mí, aquello que la noche anterior me aterrorizó y me hizo su rehén. Esto se ha tornado en una pesadilla sin final, donde no importa cuánto corra, ni a donde corra, pues aquello que me ha robado la paz habita dentro mí.

Todos tenemos un diablillo y un angelito. Ellos hacen acto de presencia casi en cada paso o acción que deseamos emprender, casi en cada palabra que nuestro corazón desea expresa. Se manifiestan, ambos pelean, no hay piedad alguna, es una guerra. Hay días en los que el “angelito” sale victorioso, días en los cuales, es el “diablillo” quien termina como vencedor. A merced ahora han quedado las decisiones de quien le da hospedaje, él es ahora quien decide su actuar. 

No todo es “malo”, de lo contrario, no pudiera existir lo “bueno”. También el “angelito” carga con sus victorias en su historial. Es él quien hace que arrendatario esté tranquilo o tranquila, es él quien genuinamente vela y siempre velará por la tranquilidad, y hasta por la alegría de su noble arrendatario… 

A lo largo de estos enfrentamientos, el sujeto por lo general queda exhausto, o con algo de suerte un poco cansado, y tal vez sea solamente cuestión de una siesta, para así, poder recobrar fuerzas y energía… 

Querido lector, querida lectora, desconozco cuáles sean las luchas internas que te atormentan, cuáles sean aquellas dudas que te han arrebatado la paz y la bella sonrisa de su rostro, así cómo el sublime y casi celestial sonido que su risa produce, pero déjeme le digo por medio de esta carta que, usted no está solo, usted no está sola…

No sé cuando haya sido la última vez que le dijeron esto, pero usted es hermoso, usted es hermosa, así tal cuál es, con sus imperfecciones, con sus cicatrices que demuestran la valentía y coraje de su corazón, pues a pesar de haber sido lastimado, maltratado y menos preciado, no se ha cerrado a irradiar y esparcir amor, compresión, ni mucho menos, calor a aquellos que hoy se encuentran desamparados en medio de la desolación. 

Usted no se ha prohibido a si misma, a si mismo, la oportunidad de sentir, de ser humano, porque no habría nada más trágico ni lamentable en la vida, como perder la sensibilidad, la capacidad de amar… No hay nada más hermoso, ni más humano, como lo es el amor.

¿Pero cómo no podría usted brindar un amor incondicional si es precisamente eso lo que su corazón y alma anhelan tanto? Lo más hermoso en las personas, es su corazón, y la nobleza de su espíritu, la delicadeza sublime que sus sentimientos emanan en cada acción, en cada palabra escrita, como dicha. 

“Tranquilo, ve a descansar hijo, que yo mismo voy a cuidarte, tan sólo necesito que confíes en mí, en la misma manera en la que yo confío en ti. Recuerda que, yo no soy ningún ajeno, ni extraño al dolor. Tan solo ve mi cruz, y créeme hijo mío, que eso lo volvería a hacer por ti, un millón de veces más, solamente necesito que tengas fe en mí, confianza en mi obrar, que yo sé como guiar tus pasos, pues lo que tú visualizas como imposible, juntos lo haremos posible. Ven hijo, recuéstate en mis brazos, que aquí yo te cubriré con mi manto sagrado, esta noche seré yo mismo quien te de calor, quien calme tu ansiedad, quien tranquilice alma y espíritu que ya están muy agitadas…

Mañana te daré más horas para que caminemos juntos, para que, agarrados de las manos, exploremos cada horizonte, cada sendero, y conquistemos cada colina en las cuales se alojan tus miedos, tus temores, tus dudas, y todo aquello que te ha privado de ver lo hermosa que es la vida, lo bello que se postra delante de tus ojos, las voces melodiosas que abrazan tu corazón. 

Pero hijo mío, será necesario que nos esforcemos al máximo para poder ser los vencedores, y yo sé que tu eres lo suficientemente fuerte para lograrlo, pues yo mismo te he creado, yo mismo puse en ti el corazón para poder enfrentar cualquier adversidad, para derrotar a cualquier oponente, sin importar que tan grande y fuerte este parezca ser, pues soy yo quién está en tu esquina, dándote fuerza cuándo crees que lo has dado todo.

Claro que he escuchado cada una de tus súplicas en las cuales imploras que todo esto termine, pero hijo mío, mis planes para contigo son más grandes que lo que tu naturaleza humana te permite comprender, ya que para ti lo que es una década, para mí, es un simple pestañeo de ojos. Hijo mío, te he puesto todas estas circunstancias en tu camino, para poder hacer de ti, el mejor ser humano que puedes lograr ser, para que en tu corazón solo viva el amor, la humildad, la amistad, la solidaridad, y todo lo que de ellos emane.

Muy seguramente no comprendes mi accionar, no te mortifiques por lo que vendrá en el futuro, pues te garantizo que, todo será mejor de lo que te imaginas, aunque tal vez, en su momento no lo veas así; Pero hijo mío, yo soy el creador de cada una de las cosas que te rodean, así como del tiempo y del espacio, es por ello que, sé muy bien que, cuándo llegues a cierto punto de tu vida, y mires a tu pasado, al camino que ya has recorrido, y lo pongas en contraste con el ser humano que te has convertido, encontrarás el sentido a cada una de las piedras que hubieron por tu andar, y es ahí que, le darás el valor a cada día, a cada minuto, a cada segundo, y así por consecuencia, comprenderás fortuitamente, la razón del porque el día de hoy se llama “presente”… 

Nunca hijo mío, permitas que alguien dude de tu valor, pues tú eres parte de la belleza de mi creación. Al nacer, eres un lienzo en blanco, que con cada vivencia se va pintando de distintos colores y distintas tonalidades, que, en su debido momento, estos le darán forma y vida a figuras morales que serán las rectoras de tú vida…

Anda hijo mío, ve a dormir, descansa, tu alma y tú cuerpo lo necesitan…”

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