Una Mirada A Través Del Espejo

Tranquilo, todo estará bien. Te aseguro que no habrá problema que sea más grande que tus capacidades, te prometo que, sin importar que tan dura sea la tormenta, tú serás capaz de llegar a buen puerto. Confía en tus pasos, deja que tus sentimientos se manifiesten, deja que tus sueños brillen y cobren vida. No pretendas ser quien no eres por querer encajar o pertenecer, pues lo único que lograrás con ello, será, no pertenecerte a ti mismo. Deja que los fantasmas salgan del armario; no los mantengas ocultos por mucho tiempo, ni te escondas tanto de ellos, pues su sombra es sólo intimidante, pero al verlos de frente, te darás cuenta de que no son tan abominables como alguna vez pensaste, o quizás como alguna ocasión te hicieron creer aquellos que te hacían vestir máscaras cuando nada estaba bien.

Deja cada fantasma salga de aquel armario, deja que tus miedos se expresen, al final del día, nosotros los hemos creado, y sólo nosotros podremos saber que hacer para que ellos dejen de lastimar. Algunos quizás si perezcan en las continuas batallas que librarás, unos otros, tal vez se harán más fuertes, y quizás un par de ellos puedan caer prisioneros al eterno abismo del olvido, y nunca más salgan de ese agujero.

No te martirices por lucir de tal manera, no satanices cada rasgo, no crucifiques cada paso que has dado, cada caída que has sufrido; pues son aquellas caídas donde tu valentía, coraje y determinación de plomo salieron a relucir cuando el mundo a tu alrededor se había derrumbado. No seas tan duro contigo mismo, no veas tus heridas con desagrado, ni con asco ni desprecio, mejor, ámate un poco más ahí mismo donde el dolor es más agudo, profundo y marcado. Es en las heridas, en las cicatrices y en los temores donde lo más puro, sublime y sagrado del corazón yace por completo, es ahí donde no cualquiera es digno de entrar, pero ahí mismo donde tú eres el indicado para ayudarlas a sanar. No trates de usar maquillaje ni de vestir manga larga por temor a como ellas puedan ser percibidas, pues en los ojos correctos no habrá fealdad.

Los ojos correctos verán como ahí se encuentra aquella alma que quizás también ellos andaban buscando. Los ojos correctos apreciarán cada paso, cada caída, cada golpe y cada quemadura, no huirán de aquellas muñecas repletas de cicatrices por lo que pudo haber pasado aquella noche, al contrario, se querrán quedar, te querrán ayudar a sanar, permanecerán junto y dentro de ti para aliviar cada dolor que se alberga en esas heridas. Surgirá de ahí un imperioso deseo de enseñarte que, a pesar de la dureza misma de la vida, aún hay belleza por descubrir, sonrisas por dibujar, amaneceres por contemplar, capítulos por escribir, vida por vivir, amor por amar, sueños por hacer realidad, anhelos y metas por cumplir. Aquellas heridas que hoy te aterran por las noches invadiendo aquello que alguna vez fue tu lugar seguro, dejarán de doler, dejarán de ser incomodas y ahora serán las marcas de guerra que surgieron en aquellos días donde te atreviste a vivir y en aquellos momentos donde tu corazón y alma se atrevieron a mostrar su desnudez sin miedo, sin tapujos ni tabúes.

Esas heridas que te roban el aliento serán el combustible para enfrentar los miedos que dejaron a su paso. Esas heridas serán te iluminarán cuando creas que el mundo desmorona a tu alrededor, pues ellas son la muestra de que mientras sigas respirando, aún te queda algo por hacer en este mundo, aún te quedan palabras por escribir, cuentos por contar, personas por amar, canciones por cantar, y música por bailar.

Esos fantasmas y miedos que hoy te atemorizan y que se apoderan de tu paz, no son imposibles de vencer, pues son el resultado de aquellas experiencias donde tu corazón salió lastimado cuando se atrevió a latir y sentir un poco más allá del mundo de las ideas donde se mueve libremente y sin miedos.

Por favor, cuando te veas al espejo, observa con atención y no pierdas detalle de tu mirar. En algunos lugares dicen los ojos son la ventana del alma, así que presta atención a ello, abrázate un poco más fuerte, como en aquella ocasión en la que te hubiera gustado ser apapachado cuando tu corazón desesperadamente gritaba por ayuda, donde dentro la oscuridad que enceguece lanzaba señales de humo que nadie vio, donde clamaba paz, donde tu corazón gritó tan fuerte que las paredes de tu alma temblaron, pero que aun así nadie corrió a su auxilio.

Antes de dormir, recuerda una cosa, todo es temporal, incluso aquello que crees que no tiene final, déjame decirte que sí lo tiene, que aquel dolor que te agobia terminará y podrás una vez más contemplar en su máximo esplendor la belleza pura y sincera que tiene la vida por ofrecerte. Volverás a sonreír, volverás a vivir, e incluso portarás con orgullo cada herida que hoy rechazas, pues ellas misma te habrán enseñado tu más puro valor, pues los corazones de oro no son baratos.

Voltearás al cielo y clamarás “Gracias, Dios por haberme permitido vivir, por haberme permitido sentir, gracias a ti, hoy yo soy el hombre que tú necesitabas que yo fuera para encender los carbones de mi alma y de aquellos que a través de mis palabras encuentren un alivio y un refugio cuando la soledad y la angustia toquen a las puertas de sus vidas. Gracias Dios, por haberme permitido no tirar la toalla ni ondear aquella bandera blanca cuando pensé en terminar con todo. Gracias porqué en tu dicha he vuelto a nacer, porque en tú amor misericordioso y todo poderoso, encontré un amigo verdadero, un consejero, un hermano y padre a la vez. Fue en tu mismo amor donde yo pude reconocer mi valor y empecé a amarme y abrazarme, mimarme y respetarme. Gracias Dios por haberme dado el privilegio de caminar por los senderos que se postraron delante de mí, por tropezar las veces que lo hice, ahora me doy cuenta de que, nunca caminé solo, siempre estuviste ahí, dentro mí, siendo esa voz que me prohibía rendirme y me impulsaba a seguir avanzando, a caminar cuando no podía correr, e inclusive a arrastrarme cuando mis pies no me permitían caminar, fuiste tú quien me dio aquella fuerza que hizo que mi corazón nunca dejara de latir. Gracias Dios por haberme hecho ser quien soy y haberme dado la vida que tengo”.

No temas por cómo será esta noche, no le des poder a la ansiedad ni a la angustia, que yo sé que todo se resolverá, que yo sé que no habrá camino que no puedas cruzar, no habrá monte que te deje sin respirar, no habrá nada que te arrebate las palabras que aún tienes por escribir… ¿Cómo lo sé? Fácil, pues yo soy tú mismo…

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *