No sé que hacer, no sé a donde ir, no sé en quien depositar lo que siento, y lo peor de todo es que, siento como si esa chispa de la esperanza se apagara en mi interior lentamente, mientras ahí estoy yo, tratando de mantenerla viva, pues no quiero vivir en completa oscuridad, quiero seguir pensando que hay algo hermoso para mí esperando por mi llegada… Quiero llorar, quiero gritar que estoy cansado, quiero un descanso, imploro porque el mundo se detenga unos momentos que me quiero bajar… Siento que atrapado en el ajetreo del día a día, me he olvidado de ti Señor…

Pero es que escucho “Las cosas van a estar mejor” y ya no sé si creer o no, cada escenario que mi mente dibuja es, soledad, angustia y tristeza. Pero no quiero ser una carga para nadie, porque en el momento en que abro mi boca, una voz en mi cabeza me empieza a fastidiar, me empieza a decir que se cansarán de mí, que seré una carga, y que terminaré olvidado….

Hace tiempo escribí “Buen Día, Mucho Gusto en Conocerle, Mi Nombre Es…”. Hablé sobre un pequeño pasaje de mi vida. He venido a hacer lo mismo en esta tarde húmeda de agosto. A un año de un momento que me rompió el corazón y que aniquiló los sueños que tenía en ese momento… ¿Por qué aquí? Porque es dentro de este espacio donde no me siento juzgado, es dentro de este lugar donde puede escribir o relatar sobre lo que pienso, siento o vivo, sin tener que abrumar a nadie… Sin sentirme una carga…

Hace años, en el 2015, conocí a una chica. Éramos compañeros de la secundaria. Ya nos conocíamos desde un poco atrás, pero nunca me atreví a hablarle. Tenía miedo. Tenía compañeros que eran más atrevidos, quizás más apuestos, no tenían sobrepeso, quizás eran más carismáticos que yo, pues siempre se les hacía sencillo hablar con chicas. Mientras que en mi caso, era todo lo contrario. Un adolescente con sobrepeso, muy tímido, inseguro de mi mismo, en clases de educación física siempre era el último en ser escogido… Por mi mente pasaba “¿Qué tengo yo que ofrecer? un chico gordito que le gustan los videojuegos, sin muchos pasatiempos interesantes…” Llegó tercero de secundaria, recuerdo bien que tenía un amigo, bueno en realidad éramos como 4 o 5. Me la pasaba muy bien con ellos. Becerra era el apellido de quien consideré mi mejor amigo, pero torpemente, nunca se lo dije. Anahí, una chica increíble, un corazón dulce y cálido, con una sonrisa por regalar, y con un abrazo por dar en los días grises… Cada momento con ello era garantía de diversión sin límites. Anécdotas con ellos sobran por revivir… Pancho, ese cabrón, llegamos a tener nuestras diferencias, inclusive nos peleamos a golpes en dos ocasiones, pero siempre prevaleció la amistad…. Si creo no recordar mal, al inicio de cada bimestre nos cambiaban de lugares. Al saber que me sentaría a un lado de aquella chica fue, “Gracias Dios”… No sabía como hablarle… Pero las cosas se fueron dando. “¿Hiciste la tarea?” “¿Me pasas el apunte?” “¿Me ayudas con esto?”, era lo que inició nuestra comunicación… Llegó el momento en que, solamente iba al escuela para verla, para platicar con ella. En esa época, veía una novela, “A que no me dejas”, una novela de romance, donde los protagonistas vencen todas las adversidades que se atraviesan. Entonces, yo un chico de 15 años, motivado por el romance detrás de cada diálogo y cada escena, iba y le hablaba a ella…. No obstante, nunca le hablaba fuera del salón. En recreo no me atrevía a hablarle, había algo que me detenía, quizás pena, o vergüenza…

Una vez, un domingo, fuimos en familia a comprar unas cosas. En el supermercado, mi hermano y yo nos encontramos a la chica que hoy es la musa de mi escrito, junto a su hermana. Una escena quizás boba, pero linda. Su hermana era compañera de mi hermano. Nos saludamos; yo la saludé a ella, y mi hermano a su hermana… Ahora que lo escribo, una sonrisa se bosqueja en mi rostro…. Así pasaron unas semanas. Yo por mi parte, trataba de hacerme notar, que ella viera las cualidades que tenía, pero que muy pocos conocían…

Llegó el festival del día de muertos. Ella lucía hermosa vestida y maquillada de catrina. Era simplemente hermosa… Durante esos días, ella cruzaba por problemas personales. Problemas que trascendieron lo escolar y tocaron su vida personal. Evidentemente por respeto a ella, no hablaré de tal cosa, no me corresponde. Lo que sí diré es que: Le dije que conmigo podría contar, que en mí encontraría una persona que nunca la juzgaría y que inclusive, la defendería… Cada vez me sentía más enamorado…. Hay un par de canciones que cuando las escucho, no puedo evitar pensar en ese tiempo… “Ven” de Tommy Torres, y “Así como si nada” de Samo (creo)… Bueno, por los problemas que ella tenía, sus padres decidieron cambiarla de secundaria. Yo no quería perder contacto con ella, quería que siguiéramos platicando, y se lo dije… Nuestra comunicación se había reducido, pero aún nos escribíamos. Ver su nombre en mis notificaciones me alegraba el alma. Un mensaje suyo era suficiente para mantenerme sonriendo todo el día… Un día, mientras platicábamos, no recuerdo exactamente que fecha, pero sí recuerdo que era entre el 15 y 20 de diciembre… Platicando por mensajes, me dice que ya iba a entrar a otra escuela, pero que sus papás estaban muy al pendiente de ella, y le tenían restringido el uso del celular, que esa era la razón del porqué a veces se demoraba en contestar. Ese mismo día, mi hermano y yo iríamos al cine a ver una película de Star Wars. Eran como las 5 o 6 de la tarde cuando le mandé un mensaje a ella. Fuimos a ver la película, sin embargo, no me podía concentrar en lo que pasaba delante de mis ojos en la pantalla grande. Mi mente estaba enfocada en mi celular, y saber si tenía mensaje de ella. ¿Qué le escribí?, honestamente, no recuerdo….

Se acabó la película, salimos creo que cerca de las 11pm o 12am… Yo no tenía pila en mi celular, de hecho recuerdo muy bien que celular era. En fin, sin batería y con esas ansías de saber si leyó mi mensaje, y si me contestó… Mientras esperábamos la llegada de mi papá, mis primos, mi hermano y yo, anduvimos “vagando” por la plaza donde estaba el cine…

Llegamos a la casa, y lo primero que hice fue, conectar el celular. Revisé, y no había mensaje de ella, y mi mensaje creo que no había sido leído… Me dormí con la esperanza de que el día siguiente recibiría un mensaje de ella…. Y esa esperanza se mantuvo… Días pasaban, y no había rastro alguno, no obstante la esperanza no moría… Quería saber como estaba, si había algo en lo yo pudiera ayudar, o algo… Llegó la navidad. Ese año pasamos la nochebuena en casa de mis primos. Una de las mejores nochebuenas. Aprovecho para decir… Primos, extraño como éramos de unidos…. Yo decidí pasar la noche con ellos… Durante aquella navidad, inocentemente esperaba que un mensaje de ella llegara como si se tratase de “Un milagro de navidad”… No sucedió… Pero mi esperanza seguía viva. Llegó mi papá por mi…

En la casa, quien me recibió fue mi hija, mi perrita Luna. Al ver con cuanta alegría me recibía no pude romper en llanto. Había alguien que se alegraba de mi existencia… Llegó enero. Mi hermano estaba a punto de entrar a la universidad… Cada sábado mi papá y yo llevábamos a sus cursos de inducción. Recuerdo muy bien unas canciones “Un siglo sin ti” “Dejaría todo”… Pensaba en ella, y me preguntaba “¿Cómo estará?” “¿Que pasó? ¿Por qué ya no me respondió?”…

Un día llegando a casa, no recuerdo de donde. Agarro mi celular, abro Facebook, y veo una foto de ella dándole un beso en la mejilla a un chico. Me rompí. Lloré. Me sentí reemplazado.

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