Míranos… Tan distantes, tan lejanos el uno del otro, tan desconocidos, tan separados… Míranos, perdidos en la inmensidad del tiempo y espacio… Míranos aquí… Cuando hace un año, tú y yo éramos unidos, cuando nos hacíamos promesas de estar el uno para el otro, cuando nos compartíamos nuestros miedos, cuando éramos la razón de nuestras sonrisas, cuando con el simple hecho de escuchar tu voz, mi alma se calmaba y sabía que todo iba a estar bien… Aquellos días donde éramos cómplices y testigos de nuestra promesa de una amistad eterna, de una unión que en su tiempo venció las barreras del espacio, supero las pruebas que el tiempo y la distancia le postró frente a su camino… Los dos, unidos por una amistad, por un deseo, por una unión indisoluble…

Tal vez este mensaje se quede perdido dentro de la basta amplitud del espacio, dentro de la misma eternidad que nos envuelve, tal vez mis palabras se queden sin un nuevo hogar y la paloma mensajera pierda el rumbo o sus alas se cansen y no llegue a su destino, a un nuevo hogar el cual pueda cuidar de los sentimientos de las cuales estas palabras están bordadas…

En un abrir y cerrar de ojos, la vida decidió darnos rumbos distintos, en un santiamén, nuestros caminos se tornaron distintos, ajenos al del otro. Sin darnos cuenta, aquel castillo que nuestras interminables platicas construyeron parece ir cayendo con cada día que nuestros pasos se alejan más. Aquella fortaleza que nuestras risas levantaron, hoy parece perder resistencia ante la inclemencia inexorable del tiempo y de la distancia. Aquel cielo que pintamos de azul, hoy se empieza a tornar gris… No importa cuantos kilómetros de agua se interpongan en mi camino. Aquellas promesas de que te iba a cuidar y que siempre estaría para ti, nunca podrán ser doblegadas por el tiempo ni espacio, no habrá fuerza capaz de romper cada promesa que alguna vez te hice…

Si un día te encuentras llorando y volteas a verme, ahí estaré, con un pañuelo para secar tus lagrimas, con una taza de té para darle calor a tu corazón, con un abrazo para sanar cada herida y golpe interno, con un chiste para robarte una risa, con oídos para escucharte, y una mirada lista para hacerte saber que todo estará bien y que nunca te dejaré sola…

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