Ensayo – La Máscara – Toma ll

-Knock knock-

“¿Estás listo? Ya te está esperando la gente allá afuera. Hay muchos esperando por tí, esperando a verte”.

“No me siento seguro. No me siento bien. Me siento incómodo de ponerme una vez más esa chamarra y peinarme de esa manera”.

“Vamos hombre, ellos esperan un buen espectáculo…. No los defraudes”.

“¿No entiendes que eso mismo me molesta?”

“A veces es mucha presión el tan siquiera pensar que allá afuera hay gente que espera ciertas cosas de uno”.

“No importa, entiende que debes salir allá afuera al escenario.”

“Ahí está la ropa, y date prisa, ponte el maquillaje”

El escenario estaba puesto. Allá afuera había una enorme cantidad de espectadores; como en toda la vida, siempre habían aquellos que esperaban un mal desempeño del actor para así tener algo de que reír, algo de que mofarse… No obstante, ahí en ese recinto también se encontraban personas que, cuando mucho sabían quién era aquel que estaba por salir al escenario, pero que, a pesar de no conocerle, ahí estaban, espectando, listos de ser testigos de aquel momento donde un sin fin de caprichos y voluntades humanas yacían…

Casi al borde del escenario se habían sentado todas las personas, o casi todas las personas que, de algún modo u otro, habían llevado o ayudado a llevar a nuestro ante semejante escenario, donde las luces se enfocaban en él, donde las miradas no serían puestas más que en él…. Era un recinto como cualquier otro, no había mucho de especial en él. Seguramente, usted ya habrá estado en algún lugar similar, donde no hay más que tarimas puestas una al lado de otra, y hay un sujeto que con gallardía sale a actuar, cantar o tocar algo… O con suerte, usted, en algún momento de su vida, le tocó pasar al frente en su salón de clases, le tocó bailar para algún festival… Es por ello qué, no sería útil dedicar mucho tiempo en la descripción de aquel preciso lugar, sino, más bien, de lo que sucede detrás del telón que divide el mundo en dos… Donde son las apariencias las que actúan, y la esencia lo que permanece rezagada allá atrás…

“Otra vez usar esa maldita ropa que no me gusta. ¿Por qué nadie me escucha cuando digo que no me gusta la actuación? ¿Por qué no entienden que para mí ponerme esas prendas me resulta incómodo?” Dijo nuestro joven actor quejándose mientras se vestía y se alistaba para salir al escenario una vez más en aquella velada.

Mientras él se encontraba frente a su espejo, observando con sutil detenimiento su rostro, contemplaba en su mirada un dejo de tristeza, frustración y añoranza por aquello que pudo haber sido, y no fue. Se encontraba pintando su cara, el maquillaje se deslizaba por cada rincón de su rostro, surcando así cada imperfección que esta pudiese tener, no obstante, está era incapaz de enmascarar heridas y cicatrices que le daban un toque más misterioso a nuestro protagonista. Pasaba sus dedos poniendo el maquillaje “Por lo menos alguien pensará que no soy tan feo” pensó nuestro joven actor quien, al producir estas palabras, escapaba de su interior una voz melancólica, como no queriendo aceptar eso que el mismo acababa de pronunciar hace tan sólo unos instantes atrás….

Ya con su rostro maquillado, con la ropa encima. Él se acercaba con pasos complicados a la salida de su camerino “¿Por qué lo hago?” “Ya me estoy cansando de actuar” “No quiero ser actor” Se repetía constantemente en su mente mientras arrastraba sus pies con cada centímetro que avanzaba. Tomó una chaqueta que se encontraba en un perchero a escasos metros del telón “Esta chaqueta no es ni de mi talla” Expresó con cierto malestar mientras se preparaba mentalmente para el show que estaba a punto de interpretar.

Se abrió el telón, las lamparás apuntando hacia él. La gente observando con tal atención y detenimiento a cada paso que él daba, a cada gesto que sus manos creaban y a cada mueca que su rostro dibujaba. “¡No quiero estar aquí!” “¡Que alguien me saque de aquí!” Se decía a él mismo…. Pasaron los minutos, las horas avanzaban en las manecillas del reloj universal, cada paso, cada aplauso, cada impulso, cada pensamiento, cada gesto y murmuro ahora le pertenecían a aquello a lo que le llamamos pasado… Era un desfile de emociones que parecía no tener fin, con cada paso que él daba, con movimiento que su cuerpo producía, con cada palabra que sus cuerdas vocales creaban, él ya no sabía a quién detestaba más; Si a aquellos que le hacían ser actor, al tipo que salía que salía al escenario para divertir a unas personas o, si es que detestaba vilmente al sujeto que se encontraba debajo de aquel maquillaje y de aquellos harapos…

Terminó el espectáculo, muchos de ellos aplaudieron con una vehemente sonrisa esbozada en sus rostros. “¿Me aplaudirían de esta misma manera si un día decidiera salir aquí, pero sin estas prendas y sin este horrendo maquillaje o también saldrían corriendo al tan sólo ver mi rostro y las marcas que yacen ahí?” Se preguntó a sí mismo mientras forzaba una sonrisa fingiendo gusto y alegría….

A la par de que regresaba del escenario, trataba de desprenderse de cada prenda, de aquella chaqueta que había tomado momentos antes de salir al escenario, de la camisa de seda que cubría su torso, de los tirantes que le daban un toque elegante a su porte. Mientras él caminaba, rozaba la pared izquierda con su mano, mientras pensaba “¿Por qué lo estoy haciendo?” … Caminaba por aquel pasillo con la mirada agachada, como si estuviera avergonzado, pero ¿Avergonzado de qué? O ¿Por qué?… Llegó sin mucha fuerza a su camerino, arrojó con total descuido aquellos tirantes, su camisa y su chaqueta. Agotado, se sentó en un pequeño sillón rojo que en algún momento fue de su padre… Al sentarse, no pudo más que suspirar. Totalmente abatido, reclinó su cabeza hacía atrás mientras que, con sus fuerzas restantes, intentaba luchar con aquellos pensamientos que le molestaban…. Al no poder, solamente atinó a agacharse, a apoyar sus codos sobre sus rodillas y de posar su rostro sobre sus manos; he de mencionar que, aún no se retiraba el maquillaje de su cara… Estando en esa misma postura, lo único que pudo hacer, fue llorar… Las lágrimas brotaban sin cesar de sus ojos, recorriendo cada rincón de su rostro, llenando casi a la imperfección cada pequeño detalle, cada minúscula herida y cicatriz… Las lágrimas se metían entre sus dedos, recorriendo sus manos y sus antebrazos, y fue ahí, cuando sintió una fuerza impresionante, una fuerza que escapa de su comprensión lógica…

Se levantó, con el mismo ímpetu cuan niño recién despertado en la mañana del 25 de diciembre corrió a toda velocidad hacía su espejo, al mismo espejo que había atestiguado como con tal dolor y pesar él se maquillaba. Ahí se encontraba una foto suya de cuando era niño…. Tal vez unos 8 años tenía en aquel momento. Se encontraba jugando con unos aviones de madera que su padre le había regalado en su cumpleaños…. Los sostenía en sus manos como si fueran su más grande tesoro, como si su felicidad dependiera plenamente de ellos… Al recobrar conciencia del momento actual en el cual se encontraba inmerso, no pudo más que voltear la mirada y contemplar como aquellos aviones se encontraban en unas repisas. Pero ya no estaban completos, a unos les faltaba su tren de aterrizaje, otros tenían algún daño en las alas o en el resto de su fuselaje… No obstante, alcanzó a percibir que, detrás de esos aviones, yacía uno qué, quizás no estuviera tan dañado, uno que tal vez, con un poco de pintura y cuidado, podría volver a brillar como cuando recién fue sacado de su empaque…

Fue por su avión, lo tomó entre sus manos, y al sentir cada detalle de aquel pequeño juguete, una corriente eléctrica recorrió cada parte de su cuerpo… Sintió genuina alegría, se vio una vez más como niño, vio una vez más el rostro de su padre que ahora se encontraban volando entre las más altas estrellas… Decidido a quitarse el maquillaje de la cara, regreso a su espejo, observó una vez más su foto, la tocó como si tratase de acariciar el rostro de aquel niño soñador, de aquel niño que deseaba con convertirse en piloto aviador… Enseguida, regresó su mirada hacía su imagen actual, se vio directamente a los ojos y pronunció “Hoy es tu fin, hoy me dejarás en paz” acto seguido, prosiguió a lavar su rostro, a remover cada parte de maquillaje que trataba enmascarar sus heridas y cicatrices…. Enjuago su cara una vez más, volteó al espejo y contempló que el maquillaje había sido removido en su totalidad y se dijo a él mismo mientras miraba con ternura la foto de aquel niño “Te prometí que no me rendiría. Te prometí que sería yo quien cuidaría de ti. Te prometí que sería yo quien haría tus sueños realidad”…..

Se sentó en un pequeño escritorio, prendió una pequeña lámpara que ahí tenía, sacó un cuaderno con pasta forrada en cuero, y hojas amarrillas, sacó una pluma que había sido de su abuelo y comenzó a escribir.

“¿Por qué “forzamos” a las personas a “encajar” en moldes? ¿Por qué de una u otra manera les prohibimos expresar con plenitud sus emociones, sus ideas, sus sentimientos? ¿No sería más fácil la vida si todos los humanos aprendiéramos a no juzgar, a callar cuando no tenemos la verdadera intención de entender al otro? Hemos llegado a un punto donde, sentirse mal está “mal”; es decir, ¿Cuántas veces no hemos escuchado “si la gente te ve bien, querrá estar contigo”? ¿Es que expresar nuestro malestar es equivocado, es algo ajeno al humano? ¿Cuántas veces, al tomarnos una foto, nos dicen “sonríe para la foto”? ¿A quién le hace bien mentir? ¿A quién le hace bien ponerse maquillaje para cubrir esas imperfecciones que nos hacen perfectamente humanos? Ya me cansé de que solamente soy alguien importante cuando me visto con esa ropa que aprieta, cuando maquillo mi rostro con esos colores que aborrezco ¡Carajo ese no soy yo!”

Acto seguido, arrancó la hoja, la dejo sobre su escritorio y se marchó de aquel lugar sin dejar rastro alguno….

FIN