Capítulo 7. Memorias. 

Allí estaban, uno y otro, ambos unidos en un solo espíritu comprometidos en una búsqueda fortuita de libertad para la máxima expresión de ese amor místico, puro e incluso desconocido, trascendiendo así el plano terrenal, superando esas barreras físicas y metafísicas que en su momento impidieron a Romeo y Julieta superar su infeliz amor como lo menciona Kierkegaard.

Él con un paso rápido, como si su vida dependiera de ello, se acercó a donde estaba su amada. Observó algo diferente en su rostro, algo que le intrigó e impulsó a su espíritu a abandonar su cuerpo y entrar en el de su amada, y así poder, sin ninguna barrera, abrazarla en las condiciones más solemnes y puras que solo Dios puede conceder.

"¿ Qué pasó? ¿Por qué es esa urgencia en sus mensajes? ¿Te pasó algo?"Juan logró preguntar con tal angustia que apretó las partes más profundas y desconocidas de su corazón, mientras sostenía fervientemente las manos de su bella amante.

"Cálmate, no te preocupes tanto", respondió Margarita mientras veía cómo cristalizaban los ojos de su Romeo al encontrarse con su dulce mirada.

"Es imposible que me preguntes tal cosa, sabrás qué, no hay ser en la tierra que me importe más que tú."Querido lector, tengo que mencionar con urgente necesidad que, para Juan, solo hay dos tipos de mujeres en el mundo; la primera categoría la conforman todas aquellas mujeres que habitan la tierra, con sus cualidades y defectos inherentes al ser humano. Por otro lado, la segunda categoría la conformaba solo Margarita, porque en ella encontró paz, amor, cobijo, un nuevo hogar en su corazón.

"Cálmate amor, estoy bien", dijo Margarita mientras bajaba la mirada, y se hizo presente una leve exhalación. "Es solo que mis padres tuvieron una discusión bastante fuerte anoche" ese brillo de alegría característico de ella se estaba desvaneciendo lentamente de su hermoso rostro.

"¿Pero sabes por qué discutían?”

"Honestamente, no tengo idea... solo sé qué, no los había visto así en mucho tiempo. Ambos parecían realmente molestos. Me asustó mucho", dijo esto mientras se aferraba a los brazos de su amante, poniendo la cabeza debajo de la barbilla de Juan. Ella buscaba un refugio del dolor que le causó la noche anterior.

"No se que decirte, ojalá pudiera entrar en ese hermoso corazón que llevas y darte un poco de consuelo y calidez... Quizás en este momento no pueda ofrecerte mucho, pero te daré mi amor y apoyo incondicional", respondió Juan mientras abrazaba a su amada. Él tomó su rostro y mientras acariciaba la suave y delicada piel de sus mejillas, observó con ternura su nariz rojiza como resultado de sus lágrimas derramadas. Miró tiernamente a esos ojos que lo cautivaron por primera vez hace muchos años. Él le besó la frente y le dijo mientras ella la miraba dulcemente a los ojos "Mientras permanezcamos juntos, todo estará bien, déjame ser tu ángel guardián aquí en la tierra, déjame ser quien te cuide, quien aparte de ti tus miedos e inseguridades..."

Ese par de jóvenes inexpertos en la vida se unieron en ese abrazo sublime, se acababa de firmar un nuevo pacto de amor en las inmensidades del firmamento...

"No sabes lo feliz que estoy de tenerte a mi lado, en ti encuentro mi lugar seguro", respondió Margarita con una sonrisa que invadió cada rincón de su rostro.

"¿Te gustaría caminar un rato por nuestro parque?"Preguntó John.

Ambos enamorados se perdieron en su parque, en ese lugar que ya no lucía tan lúgubre ni desolado, ahora era como si de repente, se hubiera producido un cambio estacional, ya no era otoño, ese invierno que se acercaba como uno de los más fríos, había quedado atrás en la memoria del tiempo. Volvía a ser primavera, las flores florecían, las abejas venían a llevar a cabo uno de los procesos vitales para la humanidad, la polinización. Ese follaje verde vibrante había regresado, la vida se respiraba por todas partes, los miedos y las dudas habían quedado atrás. Ahora eran solo ellos dos, perdidos el uno en el otro, abrazados por la vegetación sublime y delicada de su parque, ese parque que ha sido testigo de tantos recuerdos, tantas risas, besos y abrazos, las palabras que solo ellos dos conocían.

Así pasaron varios minutos, ambos recordando los momentos que los habían unido, las lágrimas y heridas que se curaron en los brazos del otro…

"Ella estaba aterrorizada. Estaba realmente asustada. Todavía tengo miedo, miedo de que mis padres se separen; me rompería el corazón ver a mis padres divorciarse. Por eso te envié mensajes con tanta insistencia" Ella dijo mientras ambos se acercaban a un banco formado por unos troncos.

"Verás que tus padres no se van a divorciar", respondió Juan mientras se paraba frente a ella y le tomaba las manos.

"Es solo que si hubieras visto cómo llegaron..."

"Trata de pensar menos en lo que sucedió ayer y en lo que crees que podría suceder, y concéntrate un poco más en el ahora, que es lo que realmente importa", interrumpió Juan.

Pasaron varios minutos caminando, yendo de un lado a otro, recordando cada momento que vivieron en su parque. Al reencontrarse con esos lugares donde ocurrieron momentos y eventos, fue imposible no recrear en su mente cómo eran, y todo lo que traían consigo.

"Había algo que quería preguntarte. Bueno, más bien, quiero invitarte", dijo Juan.

"¿A dónde?"Margarita preguntó con cierta intriga que era imposible disimular en su rostro.

"Verás, mis padres están organizando una posada en nuestra casa, y me preguntaba si te gustaría unirte a nosotros ."

"¡Por supuesto que sí! Estoy feliz en la vida de acompañarte. Recuerda, me hace feliz que me incluyas en tus planes.”

"Perfecto. Te recogeré en tu casa."

Así continuaron aquellos jóvenes enamorados, esa pareja que aún estaba descubriendo la vida misma, esa pareja de jóvenes que, con un deseo imperioso nacido de sus corazones, ansiaban explorar todos los rincones del mundo tomados de la mano...
Volveremos con esta pareja de jóvenes enamorados el uno del otro, y enamorados de la vida. Es hora de que echemos un vistazo a otro personaje que nos aportará mucho en este pequeño paseo.